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Mostrando entradas de mayo, 2021

Fuerte...

 A veces lo sabes, otras no, suele pasar que te das cuenta sobre la marcha, en esa última mirada entre lo que fuiste  y lo que sos.  Reiste para confundir a la tristeza, soportaste el dolor hasta la cicatriz, tus ojos vidriosos traslúcidos, tu alma empapada de derrotas,  tu mente llena de clavos. Eres fuerte,  lo quieras o no, lo necesites o no,  lo quieras aceptar o no.

parafernalia.

 Yo que tuve sed,  para no morir hasta el fin bebí mis lágrimas. Afiné la punta del lápiz, dibujé las hojas que al otoño le hacen falta. Del pasado quedan los escombros, en fila hacia acá, por que allá no queda nada. El año salta borracho en una sola pata, los vertebrados se quedan en silencio, esperando que termine la canción para llorar su desquite. A la fiesta le faltan luces, le faltan acentos para sumar virtudes, no basta con inflar el pecho.

Uno más, uno menos.

Voces como ratones, un peregrino sacude su calma, su compás es el reproche al circo infernal de la prosapia. Vuelan los violines en las estrellas, en la noche sacude sus lágrimas para ir sin mirar cuando cruza de vereda a vereda su alma. Nadie le pregunto al espacio cuál es su plan en el tiempo, tres tragos después, aparece un escritor fantasma. Las palabras no tocan a la puerta de la misma manera, ni la canción cuando sale de tu boca, un trago más para el cielo, uno menos para la decencia.

Gotas de historia.

Caen como puñales,  misiles,  balas,  otras tantas como palabras hirientes. Llegan al anochecer,  al alba, a la hora de la siesta, cuando cae la tarde. Parecen un regimiento, a lo lejos se escucha el repiquetear de tambores. Yo prefiero creer que algo nos dicen, que antes de morir en la tierra o en el cemento, algo nos quiere contar. Yo creo que cada gota del cielo, es una historia que nadie se anima a contar.

Quién, cuando no haya nadie...

Cuál será la piel que abrace el alma, si al costado del corazón una clave de sol mira la luna. Llueven colores de las estrellas, caen al mundo   y dibujan puentes de barro hasta tu boca furiosa. El aquí, es un ahora desprolijo, el futuro  una hoja amarillenta. Quién cuando no haya nadie,  abrazara al misterio. Quién cuando no haya nadie, juntara todos los pedazos para empezar de nuevo. Quién después del punto final, encontrara algo para escribir sin miedo.

No dicen nada.

Vuelan las tardes, parte ese vaso medio lleno, vació su contenido,  ido, sobre una hoja blanca inmaculada. Hada inquieta  dibuja una divinura  pura. Y el eco incierto cesa, esa bocanada es nada; para arar el misterio preso en su piel de porcelana anda, una quimera ebria de placeres parcos, de finales que no dicen nada.

Vuelvo a casa.

Vuelvo a casa, en silencio  mientras cae la tarde. Quiero abrazar  a mi compañera, a mis hijos, a mis perros, ellos son mí hogar  Dejo atrás la selva de cemento, el bullicio ensordecedor de la ciudad que no duerme y tampoco deja dormir. Voy a casa,  a nadar por las inagotables lagunas de la mente, a sepultar los ladridos del payaso, a construir mí alma entre calles de tierra y plantas, entre nieblas y barro, entre olvidos y recuerdos. Vuelvo a casa, a brillar en la oscuridad, como una moneda  cuando gira en el aire en ese a todo o nada en el bar. Mí mundo habita donde vive mí alma, semántica perfecta de una paradoja.

La cuenta.

Sumo versos,  canciones,  resto dolores, lágrimas. La cuenta sigue, por que sumo risas, pensarte es un orgasmo que nunca divide, le quito momentos al olvido  cuando se me aparece tu nombre. Asi voy entre cuenta y cuenta, contando todos los instantes que faltan para poder verte. Sos la suma de todos mis deseos, sos la cuenta que nunca puede hacer el infinito...

Cuento: Sin ambiciones.

 Se levantó, orinó y le dolía.  Volvió acostarse, se tapó hasta la cabeza, olió las sábanas y una mezcla de olores lo hizo ir al baño por segunda vez. Vomitó hasta el hartazgo, tanto que se tomó el abdomen, pensó que había perdido el estómago. Cuando volvió en sí, se levantó y fue a la cama. Esta vez durmió hasta adentrada la tarde de domingo.  En su cabeza intentó armar el rompecabezas del día anterior. Miró el reloj, por un instante sus latidos se fundían con las manecillas. Viernes, cuatro de la tarde, último día trabajo. Ahí se acordó que estaba desempleado.  Viernes veintidós horas, con los últimos pesos, fue al bar, llegó a contar cinco vasos de whisky. De ahí, hasta el domingo era un abismo. Fue hasta el espejo, ahí vió su pómulo derecho hinchado, miro sus manos, sus nudillos. Volvió el dolor a la altura del estómago. Nunca había tomado hasta la noche del viernes. No tenía amigos para llamar, no tenía amigos. Tomó un café, intentó juntar las piezas, no pudo, prendió la TV no ten

La lucha del pueblo vale la alegría...

La lucha del pueblo  vale la alegría, la otras valen la pena, y la pena no es del pueblo. La pena es de aquellos  que quieren tenerlo todo, y no les alcanza. La pena es para lo que quieren  prevalecer sobre el otro, pisarlo, exprimirlo, agotarlo. Pero al pueblo nunca se lo agota, siempre tiene fuerzas, siempre le quedan esperanzas, respira utopía y la utopía cuando llega se queda para siempre.

Nadie puede contra el tiempo.

Nadie puede contra el tiempo. Uno camina y aparece el pelo blanco, el vuela y su pelo está negro. Es inútil, lleva zaguanes enteros en la memoria, cuando nosotros lanzamos una bocanada  ya es viento. En sus estantes descansan todos los libros, en nuestra boca solo caben las palabras, en su piel se escriben siglos  en la nuestra solo momentos. Nadie puede contra el tiempo es cierto, pero él no sabe vivir y nosotros, rara vez sabemos usar el tiempo que tenemos.

Huesos

Casi sin piel por el tiempo, a mis huesos se lo ocurrió la idea de caminar. Un paso,  Dos, tres, cien, Mil, perdí la cuenta. No sé cuántos van, hacia dónde van, pero el rechinar  trae el sonido de la ausencia, justo cuando la última escama de piel, se pierde en el aire para siempre.

Una vez que termine la mañana.

Día de sol. El otoño es un camino de hojas hasta una calle llena de perfumes, o bocas disfrazadas de rojo carmesí. Esta mañana no es un tango cualquiera, ni una rima emotiva, la contemplación no adjetiva nunca, dejará que el frío entre sin ofrecer resistencia. Las frías calles, los fríos arboles le darán el paso a las frías personas que salieron sin guantes, para abrazar el instante que no es dueño de nadie, un rebelde que lo tiene todo. Ahí esta la mañana, con el aroma a trigo y levadura, a café,  a sueños,  a reproches mutuos, a miradas que penetran los espejos, en esos cinco segundos  en los que uno no sabe quién fue, quién es o quién será una vez que termine la mañana.