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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Sin alas...

No tiene alas, pero su corazón surca cielos, le sonríe a los fantasmas, es capaz de escribir en el aire lo que la noche ni siquiera cuenta. Dormirá en una casa custodiada por jazmines, sobre un colchón de amapolas? O quizás, sin que nadie se de cuenta, suspira en los segundos olvidados que deja un sueño cuando cierra la puerta. Hay un puente de hojas que va a su boca, un aroma a tierra mojada que ensordece los sentidos, hasta dejarte sin razón bailando desnudo con tu propia locura. Se escuchan ruidos, ecos de un poema que llegan a la costa. La inmensidad parece rendirse a sus pies, cada vez que al mundo se le ocurre olvidarse su nombre.

Pinceles...

Pinceles en el alma, botones para cocerlos a un puente de tela, tan añeja que se deshace ante la primer mirada. Hay barcos bordados en el cielo y nubes en el mar. Zapatos marcando el compás, en una avenida grotesca y húmeda. En un sillón espera un poema, en el suelo una gota que antecede al abandono. Los fantasmas no se atreven a salir del armario, por su palidez y a pesar de las manecillas, pueden contarse la cantidad de destellos que una vez rugieron en la cama. En un día caben mil historias, mil más, otras mil de acuerdo a como los planetas dan vueltas por la cabeza. Es tan endeble el hilo por el que transita el hombre, a veces se parece a una telaraña de heridas, otras a un manojo de cuentos a los que se le arrebataron los finales, por que los finales son en sí mismo un nuevo comienzo.

Limadura...

Balancearte en el tiempo como una partícula de tierra, en vez de ser árbol y echar raíces. Flotar como una hoja, famélica aún rebelde, esperando la piedad que suele tener la primavera con sus detractores. Reírte en la cara de un sistema perverso. Ese precepto es una mentira, no venimos del polvo y hacia el polvo vamos. Somos esa limadura del espacio, dispuesta a ser algo más que aquel que se cree con pretensiones de escribir nuestra trama.

Para descubrir...

Cuatrocientas vueltas al sol, para descubrir que  el medio, es la redención que regala la nada. Todos los pétalos arrancados de la rosa, para descubrir que por más que intentes asesinar la primavera, en cualquier lugar puede nacer un Edén. La lluvia, con el bemol que quieras, hay lágrimas que no merecen llegar al mar. Tantos gritos  al cielo para descubrir que los Ángeles son apóstoles del silencio, no de una lengua envilecida. Todos los discursos leídos y escuchados, todas las batallas ganadas y perdidas, para terminar de comprender que la felicidad es ese instante que no pestañamos ante el olvido.

No te prometo nada...

No te prometo castillos, ni coronas, no te daré oro, ni andarás vestida de plata. Llorarás,  reirás, sentirás que todo vale la pena, o tal vez nada. No voy a construirte un mundo, no voy a dibujarte estrellas. Te prometo eso si, que estaremos hombro con hombro, abrazo con abrazo, llanto con llanto,  risa con risa, utopía y utopía,  espalda con espalda. Por que así es el amor, un horizonte que navega en el interior por el cual nunca debemos dejar de luchar.