Sin alas...
No tiene alas, pero su corazón surca cielos, le sonríe a los fantasmas, es capaz de escribir en el aire lo que la noche ni siquiera cuenta. Dormirá en una casa custodiada por jazmines, sobre un colchón de amapolas? O quizás, sin que nadie se de cuenta, suspira en los segundos olvidados que deja un sueño cuando cierra la puerta. Hay un puente de hojas que va a su boca, un aroma a tierra mojada que ensordece los sentidos, hasta dejarte sin razón bailando desnudo con tu propia locura. Se escuchan ruidos, ecos de un poema que llegan a la costa. La inmensidad parece rendirse a sus pies, cada vez que al mundo se le ocurre olvidarse su nombre.