Absolutamente nada...
El miedo vino para quedarse. Cerró ventanas, encadenó puertas hablandó memorias conquistó rebeldías. Nadie armó la revolución no se reunieron, no decidieron nada, por que la nada misma no necesita nada para ser nada. Las calles mutaron zumbidos por silencios. Se terminaron las charlas, pero abundan los arlequines danzando a cualquier hora, en cualquier estación para ocultar corazones llenos de pena. La vida vive así su vida, aunque sigilosamente casi como una brisa, cuando el hombre duerme el amor siembra su semilla, para que la fantasía luche por vivir por que a fin de cuentas, la realidad no hace absolutamente nada para despertarse...