Venía por la calle más solitaria de todas, la más oscura, la que más árboles tiene en fin, la más sucia. Cabeza baja como siempre, no importaba si el mundo venía de frente, conocía cada baldosa de ese lugar. Hace un año, transitando esa vena que no tiene sangre, sentí un golpe muy fuerte, como si fuera una pared, cuando levanté la cabeza ahí lo ví. Pantalón de vestir, camisa a rayas azules, sucia como su cara, barba de meses. El hombre era flaco, pero lo sentí como si pesara cien kilos. Supuse que iba a decir perdón o un derechazo al mentón, pero en vez de eso hizo un ademán al bolsillo izquierdo de su camisa y sacó una tarjeta. Adalberto Ramirez, Abogado, Contador, Cortador de pasto y sobre todo amigo de Dios. -Qué se supone que es esto? -Mi presentación, sepa disculparme soy muy despistado. -Todo esto es usted, o hay que adivinar, respondí. -Soy todo eso y mucho más, hablaba al mismo tiempo que movía su mano izquierda en donde llevaba una botella de vino. Soy abogado por