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Mostrando entradas de agosto, 2019

El destino del sol y la luna.

En el horizonte, el cielo hecha raíces en la tierra. También en tu boca, Eso solo me importa a mí y al momento que pasó. Mientras tanto, la silueta de tu adiós cada vez más difusa, enciende las luces de una noche que no se cansa de golpear la memoria. Se fue la tarde, el sol nunca podrá conquistar a la luna.

Escurre el silencio...

Entre manos escurre el silencio, bocas que evaporan ilusiones. Sin embargo, tú estas ahí bailando con los demonios. Los míos, los tuyos,  los de todos. Hay corazones que merecen explotar para volver a unirse,  pequeños pedazos como granos de arena en el mar. No para fabricar un castillo, sino para demostrarle al tiempo que no tiene nada de malo  que se fundan con el mar. En las tinieblas habita la canción perfecta para tentar a una claridad tan impuesta que da asco, incluso al propio asco. Hemos jurado bastante,  ya le mentimos al mundo lo suficiente como para que nos levante de nuevo. Nosotros mismos, si verdaderamente estamos hecho de utopías, la nada solo será un punto de partida.

Varias veces...

Bailó en la escama del sol, con las espinas dibujaba montañas para ocultar la soledad en el último apocope de la lágrima. Quién escribió la historia mintió, nadie puede salvarse desde el principio. Un grito desesperado suele ser la mejor respuesta del silencio. A veces,  cuando cerraba los ojos, la noche lo cubría con cascadas besos, con caricias como si su piel fuera de terciopelo. Infinitos viajes al cielo,  al infierno para descubrir que el hombre en la vida muere varias veces.

Quieras o no quieras.

Quieras o no quieras la vida te hace de piedra, o te transforma en agua.  Te vuelve terco,  comprensivo. Te lo propongas o no, sonreirás o lloraras,  bailarás o te quedarás quieto. Amarás, odiarás. La vida  es un péndulo  balanceándose  entre dos nadas. Quieras o no quieras, la única esperanza es transformar el dolor en oportunidad.

En el alma...

Nada dura para siempre. Ni siquiera la nada. Ni los cargos,  ni el poder,  ni la barbarie. Lo que dura para siempre es la idea, que si es buena transforma la humanidad en algo mejor, para todos, no para algunos. Si la idea es buena,  la subestimación se cae, la soberbia se transforma en amor y de una vez vamos a tener la primavera en la piel, en la boca, en el alma...