SOLEDAD.
La soledad golpeó a tiempo la puerta, abrí sin pensar en lo que podía ver su blusa cayó al mismo tiempo que la puerta se cerraba, el primer beso desató la barbarie. El segundo fue perfecto, un golpe certero a un corazón quieto que despertó y latió mas de la cuenta. Su pantalón formaba parte del paisaje, sus manos bordaban mis lágrimas, hicimos el amor por primera vez en la cocina. El humo del cigarro chocaba contra la ventana, su mirada chocaba con la mía, la soledad cerraba los ojos pidiendo un beso que llegaba a toda prisa. La segunda vez fue en la sala, los azulejos se empañaban de vergüenza , la locura la escribía el calor de los cuerpos al compás de las brasas quemándose en la chimenea. Cansados nos dormimos, nos pusimos a soñar con las estrellas. La noche murió, el día nació con demasiada fuerza, cuando desperté la soledad seguía a mi lado, dormida, desnuda, con la piel suave, con la respiración pausada como si estuviera feliz de haber estado conmigo y de ha