Sin Título...
No puedes desvestir mi lujuria con tu inocencia, entrégale al lobo su cordero. Soy el odio que se oculta celoso en las estrellas, esperando que la piedad duerma para arrancar de raíz, la rosa marchita que yace en tí. Ven, muéstrame el rostro más humano del amor, a mi, su peor enemigo; así cae devastado ante la tormenta que todas los días desata el paraíso interno. Sabes, en tus ojos habita la luz pero tus labios siguen vestidos con la misma mentira, esa que me hizo ser quien soy. No insistas, no vengas a cambiar al mundo, no hagas promesas, ni lanzes versos para que se los devore el aire...