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Mostrando entradas de febrero, 2021

Rara vez...

 Rara vez le encuentro sentido al sentido, tiempo al destiempo, rara vez hay oasis en desiertos. Descubro mi piel, como las páginas de un libro que leí hace tiempo, suspiro; y el suspiro se me viene en recuerdo  de los jazmines que alguien puso frente a mí una vez. A veces la nostalgia es un acento perdido, otras una coma, pero nunca un punto final. Rara vez enjugué el llanto cuando el amor pasaba. Rara vez  no te pensé, ni te soñé. Todos los días es un eslabón  que junto de las cenizas para plantarlos en mi boca, con la que grité tantas veces, con la que trové a la ilusión cuando puede, con la que dormí a mis propios demonios  rara vez, cuando caía la tarde y se levantaba la noche.

Colgué

Colgué tantas veces  mi esencia en el perchero de la decadencia. Ahora entendí  que somos  el polvo que el aire atrapará una vez más,  para ser mas irreverente. Aunque después el corazón  haga cualquier cosa, la fe lanza una semilla  y  cae en el mismo lugar. En nombre del amor, uno  ha cometido infinidad de crímenes  contra uno mismo.

Romper todo.

Hay que romper todo. Explotar, estallar, hay que reventar el método. Hay que volar por los aires, revolver las nubes, arar la tierra con toda la ferocidad, hasta la última gota de fuerza. Hay que gritar hasta reventar los tímpanos escribir, cantar o bailar, hay que ponerle voz a los silencios, para que vos puedas brillar. ...Y una vez que todo se rompa, una vez que todo se agite en ese instante en que todo parece nada, lo que vale la pena de cada uno de nosotros volverá a brillar...

Blanco.

 La vida  Jamás se viste de blanco, ni son de oro sus cenizas. No tiene bis, usa al tiempo  como se le da la gana. Hace de cada capricho una estrella, del sol una tempera  para dibujar en la tierra, tantas siluetas  que no pueden mirarse a la cara. Es intangible,  imprescindible, jamás le hace caso a nadie y es por eso que la amo tanto. Vale la pena seguirla, aunque sea imposible abrazarla.

No somos de acero

Descubrimos que no somos de acero que del mar solo conocemos la orilla, y al cielo podemos llegar  solo con el pensamiento. Entendemos,  a veces demasiado tarde, que el amor se queda muy pocas veces  y cuando uno menos lo piensa, se va. Los amigos llegan,  se van, muy pocos se quedan, espalda con espalda. En esta melancólica tarde, mientras el sol late sin piedad  al fin entendemos que somos aire, flotemos para no morir de sed.

Cicatrices...

 En un abrazo estaba el encuentro, en una lágrima el camino, en un poema la resurrección. Las miradas dejaron la estridencia y se conformaron  con mirar de lejos, así como el iluso  lo hace cuando por primera vez  mira el horizonte. Fue el viento con su boca, el sol con sus ojos, la luna con su sombra en esa eternidad que se consigue cuando beben del olvido el jugo que juntaron después de danzar sobre las uvas. Después de las miserias, lo que mueve al mundo son las cicatrices  no la pavada.

semillas como versos...

Nunca volverá la primera vez, ni cuando tocamos el mar, ni el primer beso, ni el primer sorbo de café caliente después de ser abrazado por la lluvia. Nunca volverá la primera lágrima, esa vez que el amor nos hizo piel con piel, alma con alma en una noche que ninguno olvidará. Nunca volverá la fantasía  está lejos como la eternidad que suele dejarnos su aroma en los recuerdos. Me quedan por ahí  algunas semillas como versos, algunas lágrimas como lapices y nada más;  ojalá pudiéramos atrapar los recuerdos para hacerlos eternidad.