Luces y Sombras.

En los sueños  descubro,  cuántas veces cruce el infinito, cuántas tormentas devoré con mi ego, cuantos demonios están en el suelo, desangrándose, pidiendo "por favor". Celebro en la ruina de los molinos, enfrento mil peligros,  mil más por que se que voy a vencerlos. Fin del sueño. No necesito nada de eso, estoy en sus brazos, su respiración es un mar en calma. Afuera el mundo desangra su pena, aquí Dulcinea sonríe, no importa mas nada.

Viajo a tus brazos, por fin tiene destino el infinito. En tus ojos está la calma,  quedan huellas. Nadie abrazó tu tormenta tu sombra seguía tus pasos allá, en el amanecer de tu infancia. El Presente puede con tus miedos, no estás sola, no estarás sola el futuro no sabe a qué estamos dispuestos. 

 Yo tengo mis muertos,  Tú tienes a tus muertos, Él tiene a sus muertos, Nosotros tenemos nuestros muertos, Vosotros también teneís a tus muertos, ellos tienen a sus muertos; pero no todos son capaz de reconocerlos...

Cada metro es una poesía, arcoiris interminable, abrazo entrañable de un amigo, la canción que nos saca una lágrima cuando suena en la radio o sin querer en la cabeza. Respiro, vivo, sueño, me despierto, siento amo, odio, lloro, río. Vivo en clave de poesía como nunca antes, como siempre tuvo que ser. F.E.N

Todas las señales, es el principio de un abismo, inicio de otro destiempo quizás. Estoy en pie de guerra, es inútil la paz  cada vez que estallan los sentimientos. Las gotas caen como símbolos,  sobre la espalda, valen como cascadas, o ríos insurgentes. Brazos en alza; bienvenido sea el otoño, sus hojas borrarán caminos para darle paso a las alas.

Al fin de la tormenta sabrás, por que la lágrima antecede a la sonrisa. Espinas,  envejecidas armas, aliados taciturnos fantasmas extenuados de mostrar la boca. Saltar estrella por estrella, sin dejar vestigios; la tinta no tiene otra manera. Reí sin piedad, pasado pisado por utopías. Esto soy, me presento: a veces cierro los ojos para poder vivir.

Tengo la fe intacta, las manos curtidas, el corazón acerado, la mente lista. Tengo los brazos, las piernas, tengo la mirada, la boca para lidiar contra la pared. Tengo tu recuerdo en clave  tu pasión en la piel, tus sueños para escaparle  a la tan binaria mentira. Tengo la luz suficiente para titilar ante esa oscuridad  que se acerca como el tesoro del arcoiris que una vez encontré en tus ojos.

Di cuatrocientas vueltas al mundo, diecisiete al árbol añejo  que refugiaba mis ilusiones de niño. Vi setenta y siete veces  mí foto de jardín, diez veces me miré al espejo. Fui protagonista ocho veces de una serie de suspenso y nunca supe qué hacer, después de que un final antecediera a un nuevo comienzo. Lloré una vez, sequé mis lágrimas, cerré la puerta, hay tantos mundos  antes de abrir los ojos...

 Todos nos hemos enfrentado con nuestros demonios,  una vez, más de una vez. Hemos escrito sobre ellos, hasta le dibujamos una silueta, para poder abrazarlo, lo pintamos de negro,  algunas veces con tonos violáceos. Hicimos tantas cosas, al derecho, al revés, de izquierda a derecha, otras tantas lo pusimos en el medio, nos sentamos a esperar el paso de una estrella fugaz  que tan fugazmente se callaba. Cortaba la tarde con su respiración acelerada. Qué no hicimos... Lo disfrazamos de ángel,  lo pusimos en la primera fila de una misa, en la última mesa de un bar al costado de la salida, para reír o llorar o quedarse en silencio esas dos por tres veces que llovía. Y ahora qué hacen tus demonios?  Luchan para no aburrirse. F.E.N

Una lágrima para pintar una galaxia, una sola. Una para dibujar infinitos, una sola. Una sola para entender  que el caos es el punto de partida. No hay amor  sin antes haber sufrido, ni calma  sin antes ser capaz de bailar en las peores de las tormentas. Una lágrima basta, nada más para entender que una gota diminuta  es lo que hace del dolor  una oportunidad.