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Mostrando entradas de agosto, 2021

Desnudo ante el caos...

Construir con pedazos de sueños  un barrilete  llevarlo lejos, a dónde la vista se cansa. Saltar ladrillos, esquivar pretextos; ser devorado por las luces  escupido por la oscuridad. Escribir sin piedad  el manual del antihéroe en cada lugar,  donde sueña el olvido. ...Y mientras todo eso pasa, bailamos desnudo ante el caos para no andar vestidos de inocencia; en un mundo en el que no sabe quienes son sus lobos  y sus corderos.

Escalera.

Cada instante es un mundo, un escalón de una escalera de seda  que lleva a otro instante. Nunca sabrás que hay en el descanso, a los costados habrá almas, tan humanas como la tuya, buscando una sonrisa, un abrazo. Aparecerán las nubes, una tormenta para la tierra será una gota, para el corazón una tempestad. Subir y bajar resistir lo que más se pueda, la vida es eso  una escalera que lleva a cualquier lugar.

Paredes.

Brillar sin encender nada, volar, sin tener alas. Gritar con los labios blancos  en desiertos de soberbias, mirar el reloj, sentir  el sonido a lejos. Golpea la noche las chapas, acaricia a las calles el sol, los tentáculos del tiempo secan sin prisa la laguna de la mente. No hay prisión que encierre el deseo, no hay oscuridad que apague tu mirada. Cada flor plantada en el infierno, es una pintura más en las paredes del alma.

El único Edén.

La tarde tatuó el sol en el horizonte, con toda la calma cómo un ajedrecista  mueve las piezas en un tablero imaginario. Ante mis ojos, dos moscas peleándose  por un pedazo de carne putrefacto; lo escupió la luna  en la última resaca de la madrugada. A los recuerdos,  ciertas veces, no le quedan más remedios que arrastrarse por el asfalto  para buscar un poco de sombra. Respiro olvido, exalo memoria, el único edén que existe habita en el hombre.

Vida y muerte.

La vida nunca espera, salta en las nubes, dibuja los cielos, no se cansa  camina o se arrastra le da igual, rueda por los tiempos  obstenta su desdén. En cambio la muerte, escapa a las multitudes, nadie la indulta, en sigilo susurra al lado de la cama, espera su momento para la antesala de un misterio desgarrador.

Nuevo despertar.

Nunca le cierres el alma a la mañana, ni permitas que la melancolía dibujé en el horizonte una pena, allí,  donde el sol despierta. Hay un silencio que dibuja espirales, mis manos se llenan de grietas  mientras la lágrima da un paso más, al espectáculo  llamado humanidad. Despierto sin certezas, con el orgullo sin vestir, miedos ahí, desperezándose, mientras miro los recuerdos, antes de entender que empieza una nueva jornada. Las piedras quieren ser momentos, en vez de rodar por la eternidad. Nunca le cierres el alma a la mañana, cada amanecer es un nuevo despertar.

Cerrar los ojos para abrir la calma...

Abrió sus ojos, encontró un abismo, una herida sin cerrar, un niño que lo miraba, Volvió a cerrarlos. Nuevamente llegó la confianza, al abrirlos  encontró una guerra que nunca termina, un dios acuchillado por su creación, una flor esparcida en el cemento cansada de tantas pisadas. Una vez más los cerró. Pasó el tiempo, encontró la llave para abrir la calma, blanca eran las lágrimas, negro era el cielo que miraba, mientras tanto, se arrastraba a él un recuerdo, moribundo  pidiendo por favor  un poco de agua. Nunca más abrió sus ojos, prefirió cerrar la puerta, tragarse la llave, nada bueno encontró al abrir los ojos, la calma nace cuando miramos la vida  con los ojos cerrados.

Mí piel...

 Y mí piel es un bostezo del tiempo, una gota en la tierra  en la eterna lucha contra la sequía. Hay silencios, nacen como flor en el cemento, ganan la calle, construyen su hogar entre la gente. Hay miedos, tan oscuro como la pintura del atardecer que se deshace al costado de una ventana, en una casa sin espíritu. Y mí piel será un almanaque amarillento, mí boca se volverá pastosa,  quedarán por ahí mí recuerdo, pero estoy ahora, estoy para hacer memoria.

El mundo...

El mundo se divide en dos, la zona gris no existe, es un invento de los tibios para un negocio reluciente. Saltan de un lado al otro, de una boca a la otra, de un corazón al otro para no morir nunca. De un lado del puente, o más bien del horizonte, están los impresindibles en frente tambaleando, los que no saben a dónde van. Así que no te preocupes amigo, lo importante para caminar es saber de dónde venimos y que el mundo  no nos cierre el ventanal de la empatía nunca más.

Ese...

 La suma de todos los instantes, momentos, llantos, alegrías. Eso que quise ser, eso que nunca quise, eso que no pensé.  Esa bestia interior que duerme, esa que hirió demasiado, esa que nunca se va. Ese que se va, ese que no se quiere ir, ese que entiende que algún día se irá. Eso soy yo, ese que perdió, pierde  y no se va cansar nunca, ese que no tiene miedo de llorar, de reír, de amar, de sentir. Por que es un suspiro, un poema  que espera con brazos abiertos mí poca fe en el futuro, para bañarlo en un presente  que tiene tantas ganas de vivir.

Nada para ganar...

No teníamos nada para ganar, nacimos para perder. Miré al horizonte, cuando caminé, ella me abrazaba. Cuando quería llorar, tomaba mis lágrimas  en sus manos, hoy es la flor que nació entre las rocas. Nada para ganar, vivimos para perder, cuando pensé en la oscuridad ella dibujó un mundo de luces para mí, un puente para ir a su boca con destellos de rojo carmesí. Nada para ganar, olvido es perder, algún día seré cenizas pero mientras viva  todos los días tendré en sus ojos un nuevo amanecer.