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Mostrando entradas de marzo, 2022

Abril.

Detrás de la puerta está abril, marzo fue un interminable zaguán, una conquista tras otra,  con heridas. Toda conquista deja heridas. Se escucha la respiración,  tranquilo,  sus latidos acarician,  al menos al principio. Detrás de la puerta está abril, aunque por debajo de la puerta  se entrometen las amarillentas hojas del destino,  algo quieren decir  o de alguien quieren escapar. Bienvenido, solo te pido que no toques tan fuerte la puerta.

MEMORIA...

 No se escabulle,  siempre está cuando toman asistencia. es la flor del pantano,  la que más brilla en el firmamento. No pueden callarla, vive en el alma de todas las generaciones. Se enfrenta desnuda a los bastardos, sobra esencia para tanto aire compadrón.   Llora a veces casi sin ser vista,  cuando las estrellas se apagan  y todo parece más oscuro. No usa armas, no necesita ninguna guerra  ni pisar al otro. Se viste de conciencia, pero en realidad se llama memoria.

La última hoja del verano...

Canta,  Salta  Baila. Los tambores suenan cada vez más fuerte, cierra los ojos, déjate llevar por la música, los fantasmas grises  que con sus dientes amarillentos no se cansan de tocar.  Mientras tu alma baila sin detenerse,  mostrando su sonrisa al cielo para que la deje en paz. Saltan las estrellas en tu boca, se quedan en tu cuerpo  por qué en suelo se mueren de frialdad. Se termina la perorata infernal, todo concierto tiene su cierre,  en la última hoja del verano,  donde puede descansar la hormiga.

Viaja a su manera.

Mí boca se volvió azul  la última  vez que dijo tu nombre.  Hasta la tarde se atrevió a decir adiós,  en ese beso. Brotaron  lágrimas. Es océano  lo que antes era árido. Las manos nunca pueden frenar el agua. No sé cuántas veces dije adiós  mirando sobre la espalda, ni las que mordí mis labios para no gritar lo mucho que te amé. Será ceniza, luego estrella, será canción en las venas. Vaya a saber uno, la historia viaja a su manera.

Un poco más humanos...

Escalones infinitos  hasta la certeza de un nuevo amanecer. Silbar canciones para despertar el alma, la piel no es nada. Una vez,  en el escalón mil veintitrés, la boca tuvo su guerra, la palabra todavía cuenta los heridos en la siesta. La oscuridad limpia en espiral todo lo que hay atrás, los destellos del horizonte vuelan,  acarician, se van. El infinito es un capricho silencioso, un goteo constante de utopías distintas. Mientras tanto subimos y bajamos, en busca de la única gloria posible:  ser un poco más humanos.