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Mostrando entradas de mayo, 2018

Resistir...

Sin que tu memoria se de cuenta se habrán enmohecido los barrotes, nacerá el eco, allí donde la historia sepultó la flor.  Fuimos humo al otro despertamos como aves, pudiendo volar siempre girábamos sobre el mismo lugar. En la jungla de cemento, las semillas fueron siempre para el dictador. Demasiadas lágrimas,  demasiado dolor se lleva para su campiña la soberbia.  Nacerá el eco,  allí,  donde la historia sepultó la flor. Y vivirás lo que siempre has soñado, lo que tantos han resistido, LA LIBERTAD...

Escarapela del otoño...

Me pierdo en la soberbia del aroma, en la escarapela que el otoño arma con sus hojas. Tengo ganas de gritar fuerte para acompañar al sol en su adolescencia. A veces los discos vuelan en las sombras, Oscilando entre pretéritos como el peor de los sufrimientos. En una boca hay muchas bocas calladas. Las hormonas rompen la escarcha, sujetan los sueños hasta cansarlos. A veces los fantasmas piden limosnas, lloran en los hombros del recuerdo. En la rueda no gira solamente la fortuna, algunos alfareros encuentran en el pecado su redención. Nadie muere sin haber amado, el ser humano nunca aprenderá a decir adiós.

Nuestra carta.

El juego mismo, diamantes esparcidos por el cielo. En el espacio, la libertad vive su orgasmo sin enredarse. Si, necesariamente, hay que perderse para encontrarse, quizás en ese azar falaz del destino la suerte confiese su devoción al hombre. Qué es la oportunidad sino la búsqueda de uno mismo. Tantas máscaras,  y la lluvia no las puede borrar. Las montañas viajan en los hombros, el aire no se aferra al minuto que vendrá, el cielo y el infierno son lo mismo nuestra carta es el instante que descansa en el interior.

Esta sonrisa...

Esta sonrisa estuvo anclada en la tristeza, fui visitada por apóstoles envenenados que nunca dejaban de gritar.  Las musas, besaban la memoria hasta asfixiarla, bailaban  borrachas de tanta luz su eco llegaba a la punta de todas las mañanas. Fue armada entre ríos que mecían fantasmas, entre desazones punzantes, entre un oscurantismo sin piel pero con aroma a primavera. Esta sonrisa que ves hoy, estuvo en tantos infiernos que no recuerda por que brilla para los demás sin olvidarse de ser ella misma.

El otro...

El problema lo tienen algunos con el otro, por que el otro tiene que ser dueño de otro, nunca romperá las cadenas, prefiere tenerlo atado para hundirlo en la miseria. El otro tiene que ser un adversario, no puede pensar distinto tiene que alegrar algunos para mantener la perorata simplista. El otro es un bastardo,  un animal que nunca pertenecerá a una clase tiene que seguir las normas de algunos, por que lo normal es establecido por algunos. Y eso apesta.  Apesta por que nos vuelve individuales sin colectivo, apesta por que nos conciben como cucarachas, te pisan para mirar al muerto y después acusar a otro,  cuando se le va de las manos. Fabrican lágrimas, fortalecen fantasmas; algunos tienen más poder que todos los otros juntos, hasta que todos alguna vez puedan darse cuenta...

La despedida y la melancolía.

A veces el sol juega con el viento, entre las ramas del árbol, o la hoja amarillenta que rueda por la calle. El reloj vuela, la tarde ironiza. Mientras las cuerdas rugen, las nubes vienen hacerle compañía. Un amor canta otro llora. La soledad ríe tal vez queriendo mientras el domingo, huye espantado por las moscas. Adiós, escucha el poeta. Fue solo una vez, la melancolía cuando se despide usa poca palabras.

Ocho estrellas.

Llueve, primero de mayo. el alba te regala la lucha, la noche ocho estrellas  que nunca dejarán de brillar. El eco de la lucha llega hasta el presente, vomita la prosapia, la historia contada por manos privadas es un robo a la humanidad. Nadie es dueño de las cosas, ni siquiera de la lucha; la soberbia divide el pan y resulta que la mitad para el pobre es la más chica. Si todo es relativo, por qué al hombre le definen su dignidad. Hay quienes pierden todo pero  todavía saben cómo luchar.