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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Sábanas blancas.

Miro el puñal  que todos los días  entra en los sentidos. Las agujas del reloj corren, caen sin aliento  en el camino  que todos los días marca la pavada. El sol  descubre a la sombra en un rincón, sentada de espaldas a la tarde. Lágrimas que aparecen sin pedir permiso, recuerdos que  nunca mueren  nunca supe lo que era el infinito, hasta que vi a través de tus ojos el mundo, custodiados por sábanas blancas.

Cementerio.

Es difícil contar los silencios, se quedan ahí  de un lado o del otro del cemento. El viento se viste de jazmín, lágrimas con su propio concierto. Es difícil sonreír pero sucede a veces. En las grietas que el tiempo teje en el suelo, una flor tímida por las miradas  apura su marcha; deja a su costado esa serenidad  que solo el misterio conoce. Raíces de metal que se van perdiendo,  letanías en bronce,  cruces de madera. La noche y el día como custodios. Tantos espíritus fastidian a la historia, la dejan sin aliento. Sin lápiz para escribir, sin tiempo para entorpecer al olvido.

Plaza

Yo sé que tus palabras  en mi bosque son viento, yo sé que las espinas de la rosa  que te di una vez volvieron, más filosas,  más punzantes, incluso a lo lejos, se ven venir los pétalos. Ya pasó la mañana , la tarde descansa en el aroma a café, en las miradas que los penitentes regalan  cuando dejan de mirar el suelo. Admiro como el árbol soporta el tiempo, como el sol lucha con la sombra del banco, una guerra fría que solo entiende el misterio. Los niños dibujan con las piedras una rayuela, en el lugar que escribimos las iniciales,  en el preciso lugar en el que escribimos  que el amor,  es la única revolución que puede hacer feliz a tanta gente,  incluso a los que no quieren entenderlo.

El juego.

El sistema hace su negocio, nos hace jugar su juego. Jugamos a quien ama más, quien odia más, quién es más de izquierda o derecha, más humano o más malvado. Las piezas se mueven en el tablero de la vida, juegan como actúan en una obra, las marionetas de un creador al que nunca se le vio la cara. Quién vuela más,  quién escribe más, quién fantasea más, quién hace más el ridículo, o cuántas veces jugamos a ser héroes, en un mundo al que se le agotan las ideas. Hay un juego, una tribuna que agita la pavada, un espectáculo  que nos tiene a todos en la cancha y a uno pocos en la tribuna,  riéndo sin parar, extasiados de placer hasta perder la razón. No les importa, no les importamos, nunca le importaremos. Corremos detrás de una quimera y el sistema le puso como nombre necesidad. Ojalá algún día despertemos, ningún sueño florece  sino somos capaces de tener los ojos abiertos, nadie es más que nadie, nadie se salva ahogando a otros  el mar es inmenso, la poesía es agua dulce, amarse y amar a

Que hicimos.

Qué hicimos  para que los sueños vayan a parar  a un par de  labios que intoxican. Las alas manchadas de un ángel  al costado de un piano, no somos más que errantes contando promesas. La música imperceptible, todos mirándose la cara sin decir nada, el espectáculo más triste de la historia  es ver cómo a la humanidad le han usado la boca  para darle más funciones al concierto de la pavada.

Una y otra vez...

 Cuando quiero achicar distancias con el olvido te recuerdo, así,  todo es  más humano y menos extraño. La noche no ofrece demasiado, nadie piensa en el otro, todos quieren trascender pisando cabezas, en vez de dibujar alas. Todos aplauden al sistema, ese perverso  que con un acorde  hace bailar al mundo su arrogancia. Mientras tanto,  sigo, miro y remiro  las fotos reveladas por la vida, entre principio y final  hay vestigios que no sembramos  por qué tenemos miedo de vivir. Entre los huecos del cemento, yo espero que nazca la semilla  que cayó de nuestros labios una vez. Así resto distancia con el olvido, aunque pierda una y otra vez.