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Mostrando entradas de mayo, 2017

Si volamos?

Si volamos?  Si desplegamos nuestras alas para ojear la ciudad? Podríamos reírnos de la histeria colectiva, tú no le harías eso a la vida. Intentarías salvarlos a todos. Tus pies están sedientos de barro y utopía dirías, con una sonrisa me obligarías a tirar las alas al mar. Jugaríamos ese extraño juego sin naipe que cada noche nos obliga apostar, para terminar borrachos al borde de la demencia en esa comparsa patotera y sentimental. La locura nace con un bis que pocos conocen, la realidad...

La sed de una hormiga...

-Tengo sed-, dijo la hormiga, la mañana le ofreció una gota, casi como una melodía suave, esas curtidas con heridas. Le dijo que no. Enfiló su pretensión a la rosa, las espinas volaban a su orgullo como copos de nieve,  en cada espacio una sepia derramaba su identidad al viento. Tanta soledad en una sola versión. El deseo es supremo a cualquier angustia. Tal vez las historias derraman letanías, pero siempre tendrá un escudo para defenderse. Demasiadas bocas en silencios. Tan agudo, como las hojas del árbol  que se queda sin piel como única alternativa para desacelerar hacia el olvido.

Mostrar los dientes...

La calma de una tarde de otoño antes de partir bajo el ala de una mariposa, la soledad repentina de las calles de un pueblo, a la hora de la siesta,  tan visceral que no la gobierna nadie. Murmuro del viento, esas voces porfiadas acurrucadas antes de las tres,  justo antes que la manecilla termine por torcerle el rumbo a la historia. La magia es un estado de ánimo. En cada lugar el hombre teje teorías, no hace falta cerrar los ojos para soñar. Cada pensamiento es un vuelo sereno que deshilacha las vertientes de un paisaje cualquiera. Mientras tanto, un coro de ángeles borrachos de tanta fe, enfilan sin demasiada prisa a las cuatro de la tarde. Entre colores bastardos, entre famélicos prometedores de una perorata aguda, entre dragones de tela,  pasa la vida con su pretensión absurda, ser una eternidad tan miedosa, tan cobarde que no se atreve a mostrar los dientes.

Tu mejor día...

La sonrisa tatuada, la piel brillosa el alma empapada de canciones la soledad acurrucada en el balcón, temerosa, asustada, inmóvil ante la mejor versión. Quién dijo que el hombre no puede resucitar, dos, tres hasta cuatro veces, somos eso que hacemos mientras vamos andando. Cada uno merece lo que sueña, cada mortal es responsable de su vida, levanta ese espíritu de las cenizas, hoy será el mejor día de tu vida, los árboles mueren de pie...

Una rosa en otoño...

Es de petulante ver  una rosa florecer en otoño? Qué importa si la trazabilidad aguda se pone un moño en la sombra chismosa de un lago azul o en un desierto de estrellas. La rayuela constante de su hermosura, cocida al primer hervor de una mañana afable  pero no menos potente que la cabellera del viento. La ciudad no reconoce a la memoria como una prueba irrefutable. Las venas caminan y escriben entrelazadas una obra casi imposible para cualquier derrotero, los títeres ocultan todo,  traicionan el principio básico del juego, hábil es aquel jugador que entiende sin demasiadas explicaciones que la muerte toma descanso entre versos algunos lo llaman vida, otros, por el solo miedo a pensar distinto, lo toman como una señal de Napoleón y transitan cabizbajo hacia la granja.

Trama...

Tan frágil son algunas palabras, se rompen antes de llegar al aire. Quédate un momento más, tienes de postre las migas de un sendero sumiso. Tus labios tiritan al ritmo de tu alma. Hundieron bocado en su apariencia,  y se perdieron en el ruido de la ciudad. Mañana será un nuevo día. Día en el que lo que fuimos abandonará la humildad para viajar a la vergüenza. Un millón de estrellas basta  ante una palabra desnuda en un papel. Las historias de la nada dicen todo, uno por uno caen los pétalos del orgullo para deshacerse en un verde primaveral aunque para siempre es una trama envuelta en otra mucho mas inteligente.

Tribuna.

Incontables promesas por cumplir. Llegan a los pies faroles como chispas,  sueños como monedas. Alguien, vaya a saber quién  quiere algo, pero no desea el proceso, sino el resultado. Sobrevientes de una peste infernal,  el lobo sigue aquí  con los dientes más afilados que nunca,  esa postal es parecida a cientos de miradas punzantes. Desviste el concierto, desde el reñidero una boca pastosa pide un pedazo de piel mientras el creador abre la puerta para escapar aunque solo se meterá a otra obra macabramente placentera, para otro creador que mira desde la grada.

Busqué

Busqué cielos estrellados, abismos abismales de la inconsciencia, busqué una hoja tallada en el otoño, no encontré nada. Busqué una eternidad en una eternidad que de eterno no tiene nada, infiernos para bailar en sus círculos pero ni siquiera quedó la mueca como destreza. Fuí detrás de la mariposa, mis brazos se incendiaron para ser tiza de una boca que no siento mía. Hago fuerza para desempolvar un celeste leal al mañana. Busqué a ciegas la perfección, en un renuncio de un silencio cualquiera, no la encontré, hoy no la quiero quiero piedras( todas) para poder soportarlas. Mi escudo es mi pecho aunque no queden migajas.

Guardianes...

Morir para sentirse viva, esa luz al final del túnel necesita respirar, esos brazos son ramas de árbol a punto de caer, o quizás abre sus alas para volar. El viento no despierta  interés, los versos insoportables se deshacen  como papel mojado que sueña con ser nieve a las apuradas. Hay que gritar para no morir, soñar que la locura anda sin escudos, desnuda, bailando en tu cabeza. Al final de cada canción hay un bis, un nuevo comienzo, los guardianes deben dejar de afilar sus cuchillos así de una vez por todas, se termina la barbarie.

Colmillos...

En sus colmillos habita la sangre,  en sus manos nace el dolor. El muy hijo de puta, solapadamente, cubre sus lagrimas con risas muestra su vacío entre ficciones pomposas para matar la felicidad en tapiales rancios. Repite lo que no debería repetir, alternando protagonistas sin cambiar la trama. El olvido nunca podrá ganar la guerra, no ha conseguido a nadie que lo olvide. Eso lo entristece, lo opaca, lo vuelve inverosímil, aunque se meta en tu boca.

Mariposa...

Las nubes, ensimismadas en el cielo, no reconocen la miel en sus cabellos ni la parodia de las bocinas que suenan al compás de la risa. Las hormigas coquetean en las hojas, en la podredumbre humana del discurso. Las hadas cocen toda la noche un corazón olvidado por las estrellas. Todos desean vivir, alimentar su luz por pequeña que sea; pero rifan su ilusión al mejor postor esperando que vuelva a crecer. Todos cierran los ojos, esperan un guiño de la oportunidad. "Las casualidades no existen", dijo la mariposa mas hermosa de todas.

Una cucharada...

Una bocanada, una cucharada del sol a la piel, un renuncio del amor a esa espina de roble. La insoportable liviandad de copiar  y solapar, los vestigios que una vez fueron estrellas en la punta del cerro azul. El montón ríe en el llano, los distintos resisten en el aire la tormenta aunque terminen trituradas sus alas. Los tontos lo consideran un espectáculo...  Abstemios, de utopía y hasta de llantos. Los peones marchan en fila para ser abatidos por el rey, en un ocaso ensordecedor, en ese drama minucioso que todos los días ofrece la apariencia.