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Mostrando entradas de abril, 2017

Gritar en la calle.

No vengas a compadrear , si al medio día la escarcha renuncia al beso del sol y solo quedamos un par, para cocer, esa angustia que nadie se atreve a quitar del alma. La misión del silencio, a veces, es gritar por las nubes. Aunque solo sea por joder, pero se siente pleno joder a quién tantas veces jode. Entre fulanos el humo se transforma en tinta, los falsos profetas tienen la verdad,  los de abajo perdieron la virtud de elegir. En este cuento que no es cuento, las palabras mueren para no vivir. Nadie lo escucha, pero el amor está cansado de gritar en la calle.

Pies en la tierra.

Frenar la locura de no ser para ser quien tengamos ganas. Cansa, la misma puesta en escena de siempre. Tejer misterios en las nubes no te hace sobrevivir, ese delirio divino tiene que nacer para dejar los corazones rotos detrás, hasta perderlos de vista. Somos eso que somos  mientras buscamos no perdernos en la inmensidad. Ante todo, los pies en la tierra para después abrazar el cielo.

Mi alma...

Ni una piedra, ni un silencio ni siquiera una guerra. Tampoco el olvido. No será una herida, ni la blasfemia del modernismo no será el amigo fiel ni el peor enemigo. Las hojas del otoño no lograrán achicarte, la primavera no puede disimular tu perfume. Los diarios, las radios y la tv no puede evitar nombrarte. Nadie puede matarte, ni siquiera tu recuerdo. Nadie puede matarte, incluso mi alma.

En vos...

Todo ese circo no es mas que una panfleteada del cielo, todas esas voces no son mas que gotas golpeando el pétalo mas humano de la rosa. Quiénes son los canallas del porvenir? Atrevidos sobrevivientes llegados a la puerta del presente, pidiendo de rodillas un poco de Fe. Excusas, suave perfume de abril, las campanas, su rechinar todo suma y nunca resta a la confusión. Importa el dolor y no la cura, el discurso sin acción, las oración mas que el pan. Huyo de todo eso, me quedo en vos.

Enjoy

En cada espacio habrá un instante, ese pétalo marchito en el pleito interminable de ser flor. En el fondo del océano un barco hundido, un pez que balbucea una canción mientras nada en el mar. Hombre lobo del hombre, ser dispuesto a comerse las manecillas con tal de romper el fanático método que tiene el tiempo de demostrar que gana a pesar de toda las batallas. Qué hacer?  Sentir, nada más. Desde lejos solo se ven los colores de un arcoíris pintado por el hombre,   Acá en el interior, hay seres sin cuerpo bailando una canción, deseosos de encontrar la luz, sin saber que habita en ellos mismos.

Quinto anillo.

Esas sirenas de mármol enloqueciendo al viento, un pecado, que el mar no descubre. Todas las miradas filosas puestas en el amor, cada verso que trae la lujuria es un vendaval de deseos, la chispa en la que vivimos consume cada paso. Qué quieres? Dice la Infanta trémula. Solo una gota de tu voz alcanza a decirle mi mirada. Caen las escamas del cielo, pintando de blanco los brazos abiertos del árbol. Mientras tanto la perorata corre, al quinto anillo dibujado antes por la ignorancia.

La hora del Té...

Apoyó el mentón en los nudos, la figura pasó varias veces. Cinco, seis, perdió la cuenta, la silueta nunca llegó a irritarlo. El hecho prevaleció, gritos desgarradores transformados en ecos tinta roja mutando a negra, la cerrazón siempre es desigual cuando gobierna. Nunca pudieron hablar, el yo fue mas grande que la circunstancia. Con la mirada de otro, el miedo siempre será una bandera alta. Movió la cabeza, eran las cinco de la tarde. Hora del té, en sus ruinas, el hombre nunca dejará el cinismo recalcitrante.