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Mostrando entradas de enero, 2020

Frenar.

Hay estrellas en el cielo pero también hay una en vos, no importa  si se agotan la más importante nunca dejará de brillar. El pensamiento corre, como las nubes de alquitrán que una vez dibujaron fantasmas  con una lanza   dispuestos a venir a conquistarte. A veces el destino se disfraza de una piedra que no para de rodar. Entre tantas bocas descaradas de clanes o sectas que fomentan la angustia, frenar la marcha,  respirar profundo y reír es un acto revolucionario  que todos los días hace tu alma.

Hecho de aire.

El viento en la calle, las nubes que quieren besar los árboles, un silencio que hasta la piel duerme a veces,  el llanto lava mejor la cara. Aquí no hay misa, ni ruidos sepultadores. Aquí hay instante para detenerse a pensar, en la miseria humana,  en la ausencia de amor, en el otro. Momentos. Este sistema nos quiere con la cara tapada, lleno de dolores, de heridas eternas hasta la próxima herida. Por que no somos de barro, ni de carne, tampoco somos de oro ni de hierro. Estamos hecho de aire, que todo valga la alegría hasta que un día dejemos de respirar.

Somos barro.

Moldear con gusto,  el placer de crear estrellas,  o rostros sin forma para que el viento plante todos los colores. Ir por caminos distintos, hacerlo nosotros para que sea distinto, aunque todo este inventado. En qué mundo  el cielo y la tierra no pueden juntarse? El agua no se lleva todo, deja lo que vale la pena. Flotar,  ir por suelo, llorar, amar, todo tiene su tiempo. A veces en la silueta imperfecta del misterio, una epifanía llega a tus pies: Del barro venimos, al barro vamos.

El hombre viejo.

La maravilla de la lluvia. Si sigues la historia de la gota, vas a entender que todo en la vida muere, vas a comprender que solo algunas cosas renacen. Melancolía de domingo. Silueta porfiada, atónita mirada al sur, estúpidamente alguien hizo creernos que solo yendo al norte hay progreso. El compás se escucha sobre el techo, los ojos se llenan de lágrimas. El hombre viejo nunca muere, solo puede vivir el que es capaz de ignorarlo.