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Mostrando entradas de agosto, 2020

Domingo.

 Esa melancolía de la enajenación, ese recuerdo que resucita cuando pensamos que estaba oculto. Los dioses con resaca en busca de un maquillaje complejo, se pasean en la calle, buscando voceros para su misterio. Añorar el instante antes de recordar por qué estamos vivos, huir de la ciudad con la imaginación y toparse en la ventana con la tristeza. Afligirse por sentir que hay un mar pero en el fondo estamos lacónicos, agrietados, en una clara discusión para ver  cuántas cruces le dejamos a nuestros  muertos. Sentir que la felicidad por capricho se saltea un día, caminar por la calle para ver los mismos rostros. No un día más, es el destiempo más perverso de todos.

Casualidad?

Casualidad? Todo tiene un por qué, aunque en la trama aparezca escrito al final o al principio. Y si nunca aparece? ¿Se quedará agazapada en nubes de alquitrán; o en los jazmines que tu boca  derrama después de soportar todas las espinas? El misterio juega con los dados del tiempo en ese gris que nace en la lágrima  y muere en la risa.

Maravilla del mundo...

 Siempre es lo mismo,  nunca acabará la tormenta hasta que se haya ido del horizonte, esa idea de que el gris no forma parte del paisaje. El tiempo corre, los perros vienen a la cueva para escapar de los rayos,  llega la calma justo cuando la lluvia golpea el techo. Qué número tendrá esa maravilla del mundo?

Para vivir...

El peso de las alas, tontamente apocopada al costado del sol, después de un Do disuelto al costado de la calle. No está de más, ir al mar para disimular todas las lágrimas. Las estrellas brillan por que quieren mostrarte  que algo vale la pena. Enjuga tus mañas, suelta para vivir, no todo lo que da vuelta  es necesario para vivir.

Tantas ganas.

  Tantas ganas de volar y no puedo. Tantas ganas de gritar, al final me quedo sin voz. Tantas ganas de ir más allá, mi mente no puede. Mi alma no quiere, quiero dormir   pero el corazón, suena como un tambor antes de ir a la guerra. Tantas ganas de echar raíces, pero en el fondo siento que fui concebido para bailar con el viento, hasta convertirme en polvo, sin saber siquiera  si llegaré a ser un recuerdo.

El frío...

En este frío que estruja hasta los huesos,  congela la conciencia y parece helar las venas. Este frío que entumece el pasto y hasta el cemento. Parece que la bocanada de aire  se endurece, y cae al vacío para que el sol  cuando llega,  lo desparrame entre la gente. Ese suspiro, ese grito sedicioso vuela en la eternidad aunque unos pocos no quieran: " No puede ser el calor para unos pocos y el frío para el resto"

El mundo...

 Ni por vos, ni por mí gira por si mismo, a veces valiente otras asustado. Pero ahí lo ves, danzando al compás de una fiesta inolvidable, dispuesto a quedarse con toda la resaca. Ahí está, mirando desganado como las especies estiran sus manos, como llora en solitario aún estando con tanta gente. Y si tu realidad  es la que el mundo quiere? Y si está empecinado en fabricar un destiempo para que te quedes sin alas?  Si la trama secreta en realidad está envuelta en miles de historias? Y si al final  cuando sacamos el último papel,  con la última bocanada,  nos encontramos que la trama no está en desenlace? La verdad es que no somos más que un concierto de luces y sombras...

Decile al amor

 Decile al amor  que todas las mañanas se de una vuelta y acaricie al que va a trabajar, ese que no sabe si va conseguir el pan para llevar a su casa. Decile al amor,  que todas las noches de frío o calor le cante una canción  a los miles de animales que dan vuelta por las calles, esos que apoyan el hocico en la jungla de cemento  y son vapuleados por otros animales. Decile al amor que venga,  la soberbia está usando su traje son pocos los que notan lo mal que le queda cuando se abre el telón  y se encienden las luces de esa parsimonia irritante. Decile al amor que venga hay ríos y mares  que ya no se pueden contener con el alma, hay escudos oxidados hay palabras que ya no puedo encontrar para contar cuanta falta me haces y le hacés a este mundo gobernado por la pavada.

No creo todo lo que veo...

No creo todo lo que veo, ni siento todo lo que ves. Nunca viví para correr  y desde hace un tiempo corro para vivir. Nunca serás el mismo de siempre, el tiempo avanza, aunque no quieras  vos también. Tal vez sin notarlo, pero las heridas,  las cicatrices son la clara evidencia  de un espacio que atropella a todo aquello  que permanece inmóvil. Hay grises que reconfortan pero el blanco  y el negro  son necesarios para entender, que no sirve  permanecer sobrio ante la pavada. La pavada  ese circo de lo establecido que a cada momento usa lo peor de los mortales, para que otros mortales aplaudan  sin darse cuenta que pueden subir al escenario y  quedarse ahí por siempre. 

Equilibrista...

Para amarte primero tuve que amarme, después del abismo hay otro abismo, y otro hasta que en la perdida de uno mismo, los pies sienten la hierba de nuevo. Ahí estarás,  como el sol, como la luna como el aire que respiro, como el viento que abraza y no ahorca. Soy yo,  tú serás tú. El amor será ese hilo delgado, por el cual dos almas irán tomadas de la mano; para quizás caer en un abismo interminable o ser el irritable equilibrista del tiempo.

Lo mataría...

Si pudiera lo mataría al hombre que fui, no ha dejado nada que valga la pena, pero ahí está a veces, esperando un remanso para oprimir el presente. Todas las venas al servicio de la utopía  si, pero hay un tris en el que la humanidad baja el escudo, no todo el tiempo un guerrero puede estar de pie. Todo lo que fuimos desfigurado, en el aquí y ahora. Necesito una lágrima para que ahogue todo lo que una vez fui. Todo estará bien, las cicatrices permanecerán para siempre. Quién dijo que la libertad de ser quién soy, no iba a doler  y no va seguir doliendo? Aunque entre nosotros, no soy la mitad de lo que quiero ser en esta vida...

Las espinas de la rosa...

Sé de mis miserias, el peso del dolor, todos tenemos una cruz que hay que aprender a llevar. Suelo mirar por la ventana, a veces pasan las lágrimas, algunas se quedan. Maldita melancolía. No soy ni la mitad de lo que quiero ser, por eso camino,  quedarse en el lugar es darle al pasado mucha ventaja. Todo guerrero tiene su guerra personal, esta es la mía: transformar el dolor en oportunidad por más espinas que tenga la rosa.

La normalidad...

La normalidad  no existe. Es  un capricho, nuevo  o viejo. Disfrazado  o a carne viva, baila en  todas partes. Caos o ilusión, depende de  que lado  cae la moneda, o el  dado. La  naturaleza no  juega como el hombre.