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Mostrando entradas de octubre, 2013

Dos ingenuos.

El infinito vino a vos se fue de mi las palabras murieron la tormenta está tocando la puerta. No hay lamento somos prisioneros de esa ilusión  que no supimos conseguir, ni tampoco concebir. Somos dos ingenuos bailando al compás  de la mañana, un puñado de cobardes que no se atreven a caminar descalzos  por la playa.

Péndulo...

Cómo un péndulo todo es hermoso al rato es horrible hasta quitarte el sueño. Todo lo que  brilló está debajo de las sábanas, toda la poesía fue devorada en la siesta pendenciera del ayer. El mañana llegó y ya fastidia el pasado se fue, lo lloramos como ese amor que nunca volverá. Vas y vienes como el viento  antes de la tormenta, de a ratos se es pacifista aunque en el fondo lo que más se añora es la guerra. Cansa  lo que al principio gustaba,  hiere lo que antes curaba. No hay nada mas raro e inexacto que el hombre, hoja que vuela sin rumbo sin destino aparente...

Siempre de pie

Siempre de pie nunca en el piso aunque llores, aunque estés solo y nadie se atreva  a tocarte la espalda, aunque quieras dormir y tus ojos te muestren un par de sábanas blancas, siempre de pie. Deja que el viento se lleve las heridas que la lluvia lave tu cara, nunca te caigas, si lo haces vuelve a empezar de nuevo Llora permanece en silencio, pero que tu boca no se quede con el sabor amargo de una lágrima. Tu boca  tiene que gritar rebeldía no ser vocera del  desencanto.  Tus brazos tienen que abrir la puerta para que  de una vez por todas la bestia  pueda salir de adentro. Siempre de pie por la memoria la utopía, los versos levantemos la copa por los que quedaron en el camino.

La mañana tiene...

La mañana tiene esa promesa,  mezcla de primavera y de otoño,  jazmines y praderas. Tiene ese sabor a café a un viento perfumado con olor a tierra. Una rubia  que mira siempre a la puerta y da vuelta la cara cuando escucha el sonido de las llaves. Los peregrinos que van a su changas con la cabeza baja,  las bestias de fierro asesinan al silencio por la espalda. La mañana tiene ese suspiro de amor que se le escapó a la noche esas ganas de llevarse  todo por delante, esa luz al final que puede ser tu cuerpo...

Nadie anda ahí?

Quién anda ahí? Nadie. La soledad gime en silencio, la locura llora  en las sombras, la sangre  dibuja en el aire un reino  que destiñe promesas. Quién anda ahí? Nadie. Las palabras  aturden la conciencia sujetan la libertad para que el hombre camine sobre el hilo más delgado de la memoria. Nadie anda ahí? Nadie. La civilización se hundió en la tinta, cuento imperfecto de un mundo mejor. Ahí no hay nadie, ni nada. El eco de su voz se fue la carne se va pudriendo; que solo está el hombre.

Como buen perdedor

Como un buen perdedor me detengo en el eco de un violín, murmuro de una canción que una vez habló de vos pero también de mí, de todas aquellas noches en las que con los dientes arrancaba tu vestido lo escupía y de reojo entre un mar de besos veía como era devorado por el viento. Una dos, perdí la cuenta; las lágrimas no están hecha para entender cuánto sufrí pero señalan el camino a la melancolía primaveral que teje el atardecer al final de un octubre tan desigual. El mundo sigue su espeluznante espectáculo, ese de no sentir ni tampoco ver, como al árbol se le van muriendo las ramas estando de pie. Nadie ni siquiera vos saben cuánto te amé pero si cuánto lloré, lo ve todas las tardes el sol en aquel destello que salpica la última lágrima que la vida me vendió. Como buen perdedor dibujo un corazón en el aire, al lado de la estrella que brilla más pensando que puede aliviar algo de éste dolor. Lo creo, tu silueta devora mi mente, se pos

nudo...

La libertad cuelga de un péndulo, no te detienes  buscas la salida más fácil. El instinto duerme en el charco  de la calle sin transitar; viejos fantasmas despiertan a los nuevos,  nuevos miedos vencen a los viejos; el cristal  refleja como todos marchan al mismo lugar. Se desprenden los pedazos de cielo caen al costado del corazón ese nudo  que no podemos desatar ni tampoco comprender.

Te...

Te quiero te odio te amo te bendigo te extraño. Te busco te olvido, te recuerdo te pierdo... Te miro pestaneo, grito me quedo en silencio. Voy  me quedo, avanzo retrocedo. Oro bronce plata piedra tierra,  la forma que quieras para un corazón hecho por el viento...

El sueño miente...

El sueño miente nadie viene posado sobre el ala de un ángel, para custodiar lo que queda del hombre. El sueño miente una boca llena de palabras no cura la herida que marca el horizonte. Si ves a tu alrededor nadie sueña en grande todos abrazan su miseria y yo también escondo mis ganas de ser  con vos. El sueño miente las cuerdas  están gastadas, la canción no suena  como antes. El sueño miente Las palabras no construyen dividen, es él  el que asesina por la espalda mientras todos absolutamente todos, caminan  con los pies manchados de sangre.

Sin vos...

La noche cubre con una gota de sangre la mitad de las cosas que el sueño nunca logró. Por siempre será una estrella o una sirena que flota en el mar, está lejos el eco de una canción no puede mecerse al compás del viento; ella viene desde el fondo del alma para arrastrarme por los sueños violáceos de una vida anterior. Tan difícil es el camino a casa soy la partitura de una canción que nadie terminó de escribir, ahí vienen los fantasmas volando en dirección a una mirada putrefacta. Las praderas perdieron su magia el néctar abandonó la flor, los pétalos murieron en los labios del hombre el misterio viaja sobre los rieles de un corazón destrozado, sin rendencíon, sin amor, sin dios, sin vos...

Nadie dijo nada...

Nadie dijo nada tampoco escribieron nada. Todos sepultaron en el anonimato la barbarie. Ni siquiera el sigilo estaba permitido no había lugar para las miradas la vida siguió su curso aunque el dolor estaba. Cuando se agitaba la marea el sol la calmaba, era un esbozo de una mentira que nadie  se animó a desafiarla. Bastardos la pena brotará en el suelo, nacerá la flor y aún así todos seguirán en silencio...

Silueta...

Siente la silueta en su labio roto por tantas promesas, bebe la arena creyendo que es un lago en el que puede nadar junto a una sirena. Al fin de cuentas es un peregrino busca romper sus cadenas, mira al cielo juega contando las estrellas se pierde después de las cien, renuncia sabe que no puede empezar de nuevo. La fantasía rueda sin detenerse sobre los campos, un impulso  solo eso pide levantando sus ojos  al cielo. Casi roza la utopia ella sigue lejos. Mi boca le pide libertad a la tarde, lo escribe en la pared en la calle más alejada de dios.

Una tarde interminable...

Salió a la puerta, era jueves, cinco de la tarde de un noviembre particular. La remera se le pegaba al cuerpo, el sol seguía estando bien arriba, no le dejaba levantar la cabeza, como a él a nadie. Sin poder levantar la frente chocaba con lo que se le cruzara. A las seis, seguía dando tumbos por las calles,ya me sabía de memoria las malformaciones del cemento, los niveles de las veredas, ya sabía a quién me llevaba por delante, pero me preguntaba por que el sol no me dejaba levantar la cabeza. El temor crece. Las siete de la tarde. Intenté lo imposible, desafiar la luz, pero llegó una ceguera que duró un par de segundos, cuando me recuperé juré que nunca iba a levantar la cabeza. Por qué? Qué pasó? La mismas cosas pasaban a cada segundo, uno empezaba a resignarse con la posibilidad de no regresar nunca a la casa,de no disfrutar del anochecer. Ocho de la tarde. Extrañó decir de la noche. Que carajos pasa con los astros, lo peor de todo es que con los que chocaba no podía hablar,

Sueños...

El sueño se presenta  con labios violáceos cabello castaño,  besa mi frente  muerde mis labios después  de dar tumbos en la cabeza  deja una lágrima  quizás dos... Otras veces se viste de piel morena labios carnosos ríe al mismo tiempo que late el amor, al final se pierde en esa mueca, dejando sin paz lo que una vez creó. Perdida viene la sombra roza mi boca con su boca, roza su piel con mi herida para irse a las estrellas, a ese lugar donde la prosa no puede seguirla...

En medio de tanta gente...

Voces como gotas  que impregnan la tierra. Todas juntas al lado, adentro de la conciencia. Caminar transitar al lado del mundo beber de su miseria, caer ahogado  cuando brilla más el sol, una sombra sentencia la pena. Todos juntos en círculos hablan,  murmuran te matan con palabras. La misma moneda para elegir tu parte, los mismos caminos las mismas voces, uno puede sentirse solo en medio de tanta gente...

Concierto de la bestia...

Sus garras despertaron cuando las lágrimas bailaban al compás del espíritu. No hubo un dedo que sirviera para borrar toda la pena, ella estaba ahí tan inquieta que el cielo cantó su canción favorita; tan insolente que al sol parecía que le explotaban las venas. Despertó de su sueño recordó quién era, su estela daba giros por la conciencia. La piel era como una roca no habla solo actúa,  bienvenidos todos a un nuevo concierto de la bestia.

Podrán...

Podrán nublar tu cielo, no podrás ver como brilla el sol en una siesta de primavera. Podrán secar tu mar verán las grietas una por cada latido pensarán que no vale la pena. Tus pasos serán borrados por el soplo de los bastardos y descubrirás, que deberás empezar de nuevo. Podrán cerrarte todas las puertas pero en la soledad de soledades te darás cuenta  que la verdad,  siempre triunfa cuando viene de tus labios.

El sol...

Una vez el sol posó su encanto en la ruta que lleva al final del día. Un corazón dorado lleno de perlas era al mismo tiempo el amuleto que sanaba las heridas. Las lágrimas bordaron las sábanas los besos  la bienvenida,   el éxtasis hizo delirar al espíritu al mismo tiempo que tu voz hacia brillar las estrellas.

Inocencia.

La inocencia flota  en suspenso, los besos corren el maquillaje a un costado  la utopía del hombre. El invierno llega sin pedir permiso las flores  despiden a la primavera. El sol tiene sed bebe su soledad al compás de la tarde.

Historias. Vicente y los fantasmas...

El frío empezó a despedirse un miércoles a las ocho. Esa fue la hora señalada en la que la escarcha murió, justo cuando se acuesta el atardecer detrás de la vieja casona.  Tan vieja que nadie se preocupó por restaurarla.  Se caía a pedazos, cada mes había que cortar la calle para evitar dramas mayores. -Por qué no la tiran abajo de una buena vez? se le escuchó decir a un vecino. -El bisnieto que vive en Francia dijo que se iba hacer cargo, respondía Rosa, que religiosamente iba a la municipalidad ubicada a quince cuadras de ahí para sentar su reclamo en el libro de quejas. La tarde murió definitivamente pensó Vicente, cuando un pedazo más cayó de ese edificio tan viejo, que los eruditos no pudieron encontrarle fecha precisa. Fue una farmacia, la primera del pueblo, y antes de caer en el olvido fue un sanatorio clandestino. Tenia un perfecto disfraz, una pinturería. Su ubicación en una esquina le permitía generar una perfecta fachada, una puerta oculta detrás del armario  unía la

Navegante...

Navega en el mar profundo de la vida buscando romper  las olas  para llegar a destino. Con la ayuda del viento se puede ir mas adelante,  solo eso. Las tormentas agigantan los temores y la lluvia, no deja ver la silueta de la isla pero está el presagio es cierto. Toda una vida buscando romper  los límites del cuento, y en la locura logró vencer sus propios miedos.

La noche murió...

El sol asoma el hocico por la vertiente más  crispada de la calle, la noche murió pero resucitará al atardecer. Mar de excusas abunda en la acera eran dos, piel curtida por la sombra. Un silencio vestido para la guerra una primera táctica,  la ausencia. Sabían que juntos no podían pero separados tampoco, un beso una caricia cada uno se fue por su lado. La noche murió es cierto, pero algo de los dos muere con este adiós también.