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Mostrando entradas de mayo, 2020

Concurso

El mundo es un concurso, entre la soberbia y la humildad, entre la alegría y el llanto, entre quien pega primero y como se levanta, si puede, aquel que recibe el golpe. La flor en realidad es una espada, el Mar no tiene sus lágrimas. Hemos llorado demasiado, nadamos en la angustia cantamos en un acorde a destiempo que parece familiar, en un zaguán a la salida del misterio. Hay un banquete, y el poder se llena la boca, sin siquiera ensuciarse, ahora el desamparo es la mejor estrategia.

Si el sol se apaga...

Si el sol se apaga, a través de tus ojos podré ver el mundo. Con tu mirada , más amable que la mía mas humana, menos rara. Si el sol se apaga, me las rebuscaré  para atesorar todo el calor posible al lado de tu corazón, .el mio solo es una manecilla  siguiendo tus latidos. Si el sol se apaga, tomaré tus manos frías y la de tantos otros. Simplemente quiero hacer una cadena que nos acerque  en cuerpo y alma,  mente y espíritu. Si el sol se apaga, tu y yo seremos cenizas. Una mueca del viento, que viene, seduce y se va. Si el sol se apaga, comenzará la revolución del silencio. La caída del imperio del hombre. Quién sabe  lo que hará el silencio, una vez que empiece hablar...

Bi polar.

Amo el increíble artilugio que usa la pelotudez, para escaparse de mí boca. Amo el descontrol maquiavélico, con el que la locura lleva a la mente a pasear por ahí. Amo esa filosa manera con la que el llanto y la risa se hunden en la carne. Amo el silencio, ese que llega, cuando nos damos cuenta que no podemos controlar nada.

Sediento

Yo me perdí en sus ojos, me enamoré de su boca, celebraba sus discursos y los hacía míos. Hice de sus silencios un escudo, de sus lágrimas un mar y me quedaba sin dormir, con tal de que nunca despertara. Ay de todos si su bravura asomaba! Ay de aquel que se atraviese a desafiar su soledad, nadie es capaz menguarla. Lo más grandioso que hizo el amor, es llamarle libertad, a la sed que cada uno lleva en su alma.

El alma tiene huesos...

Sin querer o queriendo, te das cuenta que el alma tiene huesos. Dos pupilas, los brazos, las piernas. A veces necesita descansar, otras tomar impulso para volar. Si el corazón late fuerte, quiere salir a emborracharse,  se revela cómo la parte más seria del libertinaje y escribe leyendas de antaño en las paredes. Casi nunca, imperceptible al ruido de la gente, llora desconsoladamente, en ese vaivén tan superficial, adornados con esquirlas de una guerra que nunca viene y que todos esperan...

Yo que vos...

Yo que vos conjugaría silencios, en vez de contar los granos de arena a orillas del mar. Hundiría la mirada en el horizonte en vez de dejarla acá nomás, dónde nada es lo que parece y algunos están empecinados en mostrarlo como ellos pintan. Lloraría para limpiar el alma, correría lo que no corrí nunca, amaría como no quise hacerlo antes, por culpa de esa bestia interna. Yo que vos, vivo, río y lloro cuánto se me de la gana. El hilo se pone cada vez más delgado cuando entendemos que inexorablemente, muchas cosas o todas, son como nosotros queramos que sean. Y eso hace de este mundo un arte más soportable...

Detrás de la ventana.

El mundo como te lo imaginas o no. El acento partido en dos, el pretérito disecado en tantas bocas dos figuras confusas ante los ojos, pero familiares al alma. Pintado de negro, el arcoiris  descansa en este punto como contrapunto a una tormenta, dispuesta a blasfemar por capricho. Quizás  hay un por qué levantando la sábana, buscando descansar en los brazos de la locura. Esa imprescindible necesidad de pedirle al silencio una ayuda para levantar el alma. El viento corre,  en ayunas trae la mañana, los ruidos, el abismo vestido de azul. La vida es un túnel lleno de grises, en el interior habitará por siempre la pandemia.