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Mostrando entradas de diciembre, 2018

Por intentar entender la vida...

Ya pasó el tiempo, el sentimiento del destiempo es fenomenal. Cada causa tiene mil efectos, la eternidad no salva vidas. Se ahogan los fantasmas, el sol resalta la locura con la que baila la sombra. Sentado en la rama caída después de la tormenta, la ciudad dibuja su propia ruina en la ignorancia. Ambos sabemos que el hombre muere y resucita varias veces, ni siquiera mis dientes  pueden romper la eutanasia  con la que el recuerdo quiere dejar de respirar. La espalda es un punto distante, como la estrella que supimos mirar una noche. Por intentar entender la vida, la vida te deja en el último acorde con toda la pena...

El tiempo tiene derecho a jugar...

Sobre los hombros el peso de mil noches, nunca hubo tanto dolor aunque el amanecer será el río donde mueran las lágrimas. Una mañana más para sumarle al inefable misterio. Hay momentos que tienen sabor a nada hasta que llega tu recuerdo. A veces, pasadas las ocho, la poesía camina por la calle sin disimular su ambición. A sonreírle a la pavada, a cuestionarle todo a lo común. El tiempo tiene derecho a jugar hasta que se despierta tu nombre para azotarlo.

No es no...

Supo salir del infierno, la vida no le prestó nada. Gritó su dolor, ese grito se multiplicó como una vez lo hicieron las estrellas. Detrás de esa sonrisa, hay lágrimas. Pero hay de las que fortalecen y sirven como escudo para la batalla. Caminó por el fuego, por las piedras filosas del olvido. Hoy vuela cuando quiere y cuando quiere puede tener los pies en la tierra. Bienvenida esta revolución, todas las demás fracasaron. Bienvenidos principio del fin del abismo,  NO ES NO...

A contra mano de la pavada...

Se pudren las rosas, desaparecen las espinas, brilla menos el sol, la humanidad está en las nubes. La herida certera es una palabra desmedida. Vestimos de plástico nuestros deseos en vez de tener desnuda el alma. Somos un puñado de egoístas, bastardos desenfrenados por conquistar la gloria, hemos devorado nuestras soluciones, no somos capaces de vomitar nuestros problemas. Viajamos en el último vagón del tren de la ignorancia, maneja el que habla de paz aunque en el fondo se beneficia con la guerra. Adelante viaja el cinismo, disfruta en primera clase la decadencia humana. Nada fue, es y será perfecto. La única victoria que le queda al ser humano es tirarse del tren, y caminar, caminar a contra mano de tanta pavada...

No tengo ganas.

No tengo ganas de explicar, ni el silencio que traspasa la pared y llega hasta mis pies, Ni la miseria con la que los fantasmas intentan sofocar los recuerdos. No tengo ganas, de abrazar la llama que se cree dueña del aire que atraviesa mis sueños. Por la ventana viajan sonrisas, Tristezas de barrio abrazadas al farol de la esquina. Viaja su boca de rojo carmesí con sabor a jazmín. No tengo ganas, de encarar la sutileza con las últimas hojas que olvidó el otoño, antes de dormirse en los brazos de la primavera. Aquí me quedó en silencio, sin ofrecerle resistencia a la eternidad con mi única pretensión de vivir el momento.