Historias. Vicente y los fantasmas...

El frío empezó a despedirse un miércoles a las ocho.
Esa fue la hora señalada en la que la escarcha murió, justo cuando se acuesta el atardecer detrás de la vieja casona. Tan vieja que nadie se preocupó por restaurarla. 
Se caía a pedazos, cada mes había que cortar la calle para evitar dramas mayores.
-Por qué no la tiran abajo de una buena vez? se le escuchó decir a un vecino.
-El bisnieto que vive en Francia dijo que se iba hacer cargo, respondía Rosa, que religiosamente iba a la municipalidad ubicada a quince cuadras de ahí para sentar su reclamo en el libro de quejas.
La tarde murió definitivamente pensó Vicente, cuando un pedazo más cayó de ese edificio tan viejo, que los eruditos no pudieron encontrarle fecha precisa.
Fue una farmacia, la primera del pueblo, y antes de caer en el olvido fue un sanatorio clandestino. Tenia un perfecto disfraz, una pinturería.
Su ubicación en una esquina le permitía generar una perfecta fachada, una puerta oculta detrás del armario  unía las dos partes para salir por donde se le plazca. Eso sí a la noche, de día no pasaba nada.
Nunca se supo que hubo un sanatorio,se borraron todas las pruebas ni una aguja quedó en ese lugar...
Dicen que las voces se empezaron escuchar hace poco, al principio todos reían, bastardeaban desde la ignorancia lo que no se conoce, eso siempre pasa.
La psicosis iba en aumento, iban de a grupos, y salían disparados por los gritos desgarradores.
Una vez una parejita, quiso tener su primera vez, cuando entraron, la luna reflejó a través de un agujero en el techo, un rostro. Era un hombre con un solo brazo de pelo largo que les pedía que se vayan del lugar.
En esa morada quedaron los espíritus, y algo más...
Vicente siempre ignoró estas cosas, por conveniencia, a los treinta años y con su figura, ningún espíritu sería capaz de hacerle frente. Pero si miraba a sus adentros, tenía miedo, de estar solo, de caminar solo, de la oscuridad...
Tomaba mucho, entró en la generación del whisky, y en una resaca se preocupó por fabricar una repisa donde entraran todas las botellas.
Era solitario, de muy pocos amigos, la mayor parte del tiempo la pasaba encerrado, la otra yendo al banco a sacar un poco de dinero.
A la vuelta, compraba tanto whisky(del malo) y pastillas que le alcanzaba para dormir y delirar,siempre hacia eso. Era un precepto religioso para alguien que creía en las historias de espíritus, fantasmas, almas que no encontraron el descanso eterno.
Vicente devoraba pegado a la pared de su casa que lindaba con la vereda, todas, absolutamente todas las historias que narraban los vecinos que iban a ese lugar.
Alguna noche llegó a pensar, que el mundo confabulaba con su manera de ser, y le enviaba a todas las personas a que hablaran sobre la vereda. 
Él escuchaba siempre, y cada vez más esos cuentos iban calando hondo en su mente.
El Cuarto, el quinto, el mismo Vicente perdió la cuenta de la cantidad de Whiskys que tomó; lo único que sintió era como el viento le curtía la piel, y el mango de un cuchillo en la mano. Estaba en la calle, iba a la vieja casona pare enfrentarse de una vez por todas a los fantasmas que asotaban su mente y su ventana todos los santos días de su vida.
Llegó al lugar, la puerta estaba atada con una cadena, pero su cuerpo pudo meterse cuando empujaba las puertas, eran de madera, altas y en su parte superior quedaban algunas partes del vidrio que algún descorazonado rompió una vez.
Una vez adentro, el corazón comenzó a latir aprisa, los latidos iban demasiado rápido, los cuentos volvieron a su mente y eso mezclado con el whisky era un cóctel muy explosivo.
Eran las tres de la mañana, el miércoles se fue demasiado a prisa, no veía nada, a lo lejos la luz de la luna entraba por la ventana y solo divisaba las sobras de lo que una vez fue algún estante.
Cuando hizo el tercer paso, sobre sus pies sintió ladrillos, partes de un aparador y los vidrios. Uno alcanzó a penetrar la zapatilla y lo hirió en uno de sus dedos, el dolor era intenso; se sentó en el suelo.
De pronto, la puerta comenzó abrirse, desde ahí una voz dijo:
-Qué haces acá? Sos el quinto que entra, nadie tiene respeto por los muertos, va los medio muertos.
-Medio muerto?
- Si, hay almas que no terminan de ascender y quedan vagando por mucho tiempo, incluso por toda la eternidad.
-Eso es de las novelas de misterios, parece que los "medios muertos", leen demasiado.
-Novela?
Vicente sintió un fuerte dolor en el pómulo derecho, como si un cuchillo lo hubiese rosado; efectivamente era eso lo que había pasado.
Frotaba el pulgar y el índice, con eso le bastó para saber que la herida era bastante profunda.
-Eso es demasiado real como para ser una novela no?
Dejó de cuestionar al espíritu, se quedó callado la boca.
-Me llamo Héctor Fernández, tenía 39 años, y aparecí como vos una noche por acá, pero hace tiempo, cuando me colé por la entrada de la ambulancia y vine a matar al médico.
Con la cabeza baja,  preguntó: ¿Cómo...Qué ?.
Sacó un pañuelo, lo miró con nostalgia, luego lo tiró al borde de la pierna, entendió que era para la herida. Vicente lo tomó con su brazo izquierdo y lo apretó sobre la parte derecha del rostro.
-Me enamoré, ella de mí, la historia era perfecta.Tendríamos que habernos ido, pero ella me dijo que estaba embarazada y no nos podíamos mover demasiado. Tenía 18 años, y su familia iba en ascenso, su padre era una persona que ejercía ilegalmente la medicina, practicando abortos clandestinos en éste lugar.
Ella no podía más de los dolores, su Padre se dio cuenta, la internó y a las dos horas le perdió al bebé.
A la mañana siguiente, murió, había perdido mucha sangre, yo no podía venir a éste lugar, pero con ella todo terminó hasta mi vida.
Al encontrarlo en uno de los pasillos quise clavarle un cuchillo, pero alguien de atrás fue más rápido, sacó un arma y me pegó tres tiros.
Esa fue mi última incursión en éste mundo, lo decía con brazos extendidos, mientras Vicente dejaba la timidez de a poco, y lo miraba desde el suelo.
-La verdad que me importa poco tus historias, yo tengo mis propios fracasos, no ando asustando a la gente en este edificio o en otro. Cómo es el tema de los fantasmas, se turnan, sacan número adelante de dios, y le dan el libreto para andar asustando a la gente?
De repente estaba solo, muy solo, afuera escuchaba un par de bocinazos, entendió la ciudad empezaba a despertarse. Emprendió el regreso a casa, tapándose el lado derecho de su rostro para que nadie lo viera, caminando lo más derecho posible para no caerse.
Cuando llegó a su casa fue rápidamente al espejo, se desnudó. La herida en su pómulo resultó no ser tan profunda como se creía, cuando miró su pierna, empezaba a ponerse violeta.
Tomó unas gasas que le quedaba, un poco de alcohol lo echó en el dedo herido, fue tanto que se cayó en la bañera, desmayado por no poder resistir semejante dolor.
Cuando despertó se sentía mejor, miró su pierna y todo se veía bastante mejor...
Después de estar un par de horas, empezó a entender lo que había pasado la noche anterior.
Fantasmas, amor, armas todo se mezclaba en un combo y hacía que la cabeza latiera al punto de querer explotar.
La noche llegó de vuelta, buscó en la heladera y encontró un Jack Daniel´s; con la ventana baja, miraba la calle, y su cabeza se perdió en la noche, en Héctor,en su propia vida y en todas las oportunidades que dejó pasar.














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