Como arena en nuestras manos.
No quedan paisajes que pintar
ni amaneceres que esperar al borde de la ventana;
no hay buenos,
todos son malos,
aunque se disfrazan de piedad
los domingos a las siete de la tarde.
No va a venir,
la lluvia ya pasó por aquí,
ahogó frases en la punta de la lengua
se llevó lo que nunca quiso venir.
Y qué mas da,
las canciones no hablan de vos,
tampoco dicen nada de mí,
la felicidad abre la puerta
para irse a la calle con la gente a sonreír.
Sin misterios
la noche bosteza su primer desencanto,
sin pasión el corazón late
al compás de los sueños,
queriendo simular que estamos vivos
a medida que la utopía
corre como arena en nuestras manos.
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