Tus latidos.

Cómo piensas dibujar una sonrisa en el arcoiris
si no dejas que la lluvia lave tu cara.
No eres hijo del dolor,
ni soberano del agudo sufrimiento humano.

Baila, ríe.
La herida nunca dejará tus sentidos
pero al menos,
valdrá la pena ser polvo para morir en el aire.

Navegamos,
entre luces y sombras,
entre cielos e infiernos,
entre amores y odios.

Ese momento será sublime,
sonreirán las estrellas, 
la tierra acompañará tus pasos,
es hora de hacer silencio, necesitas escuchar tus latidos.






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