Que hablen los pies.

La eternidad respira,
cabe en algo más que un segundo,
mientras la lluvia se retira inapetente
las hojas sonríen, ya lavaron su culpa.

Los rayos del sol descubren la esperanza
acurrucada en su divinidad.
Abre sus ojos,
la sonrisa logra escapar a las lágrimas del invierno.

El pasado no puede seguir al presente
tiene sus alas rotas.
Aturden la memoria los bastardos
pero el viento no empuja como antes.

El libro de la vida tiene tantas hojas,
siempre habrá tinta para escribir.
Cansado de tropezar con la lengua
es hora de que empiecen hablar los pies.

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