La luz no tiene piedad...

Hace frío.
La poesía 
se metió bajo las sábanas
para buscar un poco de calor...
La ventana se tiñe de blanco
y,
con la última pulgada de sensibilidad
del dedo índice
dibujó en el vidrio,
una rosa.
Luego
se metió en las sábanas
a pelearse con sus fantasmas
para apaciguar su ira.
Logró dormirse
cuando  la conciencia
le susurraba al oído,
canciones de su infancia. 
Despertó 
cuando el sol lo miraba de reojo, 
aunque quiso seguir soñando.
La luz no tiene piedad con la noche, 
mucho menos con los sueños...

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